VIII – Las Mujeres de Jerusalén Lloran por Jesús

“Porque si así tratan
al árbol verde,
¿qué harán con
el seco?”
Lucas 23, 31

V. Te adoramos, Cristo, y te bendecimos. (Genuflexión)
R. Porque con tu Santa Cruz redimiste al mundo. (De pie)
V. Algunas mujeres santas de entre la multitud se conmovieron
tanto al ver los sufrimientos de Jesús, que lloraron y lamentaron
abiertamente su muerte. Jesús, sabiendo lo que iba a suceder en
Jerusalén, a causa del rechazo que le había sido impuesto, se volvió
hacia las mujeres y les dijo: «Hijas de Jerusalén, no lloréis por mí,
sino llorad por ustedes mismas y por sus hijos. (De rodillas)
R. Jesús, lloramos y seguiremos llorando por Ti y por nosotros
mismos; por Tus sufrimientos y por nuestros pecados que los
causaron. Enséñanos para que seamos consolados y escapemos
de los juicios preparados para todos aquellos que te rechazan.

Amén.

Padre Nuestro, Avemaria, Gloria
Recita el Acto de Contrición
V. Señor Jesús, crucificado,
R. ¡Ten piedad de nosotros! (De pie)

He visto a su dulce Hijo
muriendo abandonado,
exhalando su último
suspiro.