Esquema de la Enseñanza para la Semana 4

Semana 4: Discernimiento de los Espíritus

A continuación, se muestra el esquema de la semana 4, titulado “Discernimiento de los Espíritus”. Mientras escucha el video de la enseñanza, siga este esquema. Puede imprimirlo y usar el espacio de la derecha o su propio diario para tomar notas.

Este video de enseñanza cubre las primeras cuatro (de las catorce) Reglas de Discernimiento dadas por San Ignacio. El texto de las primeras cuatro reglas se proporciona al final de este esquema como referencia.

Las preguntas de diálogo siguen a los materiales de referencia al final de este esquema. Si participa en esta serie junto con un grupo, considere seleccionar algunas o todas estas preguntas para su discusión grupal.

Esquema de la Enseñanza

I. Una de las claves para aprender a seguir los movimientos de Dios es el Discernimiento de los Espíritus.

A. Los movimientos en mi alma vienen de 3 lugares: Dios, el enemigo o yo mismo (mi espíritu humano).
1. San Ignacio define al enemigo, en términos generales, como cualquier cosa que no sea de Dios. Esto incluye a los ángeles caídos (incluido el diablo). Esto también incluye la parte caída de nosotros mismos, como las tendencias en nuestra propia psique que surgen del egoísmo o de la sensualidad desordenada. Las Escrituras llaman a esto el mundo, la carne y el diablo.
2. San Ignacio llama a Dios, la Santísima Trinidad, el buen espíritu. También se refiere a la forma en que Dios actúa sobre nosotros por los buenos espíritus, esa parte de nosotros que está en alianza con Dios por la gracia santificante de nuestro bautismo, y la Iglesia, el cuerpo de Cristo que influye en nosotros hacia el bien.
B. San Ignacio nombra a estos movimientos consolaciones o desolaciones.
1. Todos experimentamos altibajos en nuestra vida espiritual: momentos en los que tenemos una gran energía, sentimos cerca a Dios y deseamos orar y servir, y otros momentos en los que no tenemos energía, sentimos lejano a Dios y encontramos difícil el rezar.
2. San Ignacio nos enseña el discernimiento de espíritus para ayudarnos a comprender estos altibajos, para que podamos navegar nuestra vida y seguir a Dios más fácilmente.
3. San Ignacio aprendió esto en su conversión. Durante la recuperación de una herida en la batalla, leyó la vida de Cristo y la vida de los santos.
4. Al pensar en las cosas del mundo, se deleitaba con ellas, pero luego estaba seco y descontento.
5. Al pensar en vivir como los santos se consoló, y luego quedó contento y feliz.
6. Una vez “sus ojos se abrieron un poco”, dándose cuenta, por experiencia, de que algunos pensamientos lo dejaban triste y otros feliz.
7. Poco a poco fue reconociendo la diferencia entre los espíritus, uno del enemigo y el otro de Dios.
8. San Ignacio escribió sus reglas para el discernimiento de espíritus: cómo saber cuándo el enemigo me está molestando y cómo saber cuándo Dios me está guiando.

II. Discernimiento de espíritus: Introducción a las Reglas

A. “Reglas para tomar conciencia y comprender, en cierta medida, los diferentes movimientos que se provocan en el alma, el bien, para recibirlos y el mal, para rechazarlos” (313)
B. San Ignacio quiere ayudarnos a hacer 3 cosas:
1. Tomar conciencia (“se le abrieron un poco los ojos”).
2. Entender (tratar de averiguar de dónde vienen estos movimientos y qué significan).
3. Responder (aceptar lo bueno, rechazar lo malo).
C. Tomar conciencia de los movimientos espirituales del alma.
1. San Agustín dice: “Tú estabas dentro y yo estaba fuera. Y las cosas creadas me apartaron de ti “. (Confesiones, Libro 10.) En nuestro mundo actual, es fácil vivir habitualmente sin él.
2. Necesito silencio y tiempo en oración para escuchar la voz de Dios en mi corazón.
D. San Ignacio da catorce reglas para el discernimiento. Esta enseñanza discutirá las reglas de la uno a la cuatro.

III. Primera Regla: Personas que se alejan de Dios

A. “Primera Regla. La primera regla: en las personas que van de pecado mortal en pecado mortal, el enemigo suele estar acostumbrado a proponerles placeres aparentes, llevándolos a imaginar deleites y placeres sensuales para retenerlos más y hacerlos crecer en sus vicios y pecados. En estas personas el buen espíritu usa un método contrario, picando y mordiendo sus conciencias a través de su poder racional de juicio moral.” (314)
B. Note la calidad direccional de estas reglas. Nuestra vida se encamina en una dirección general en todo momento: hacia Dios o alejándose de Dios.
C. La primera regla se aplica a las personas que se alejan de Dios (“van de pecado mortal en pecado mortal””).
1. El enemigo trabaja en el nivel de los deseos (“propone placeres aparentes”).
2. Dios obra en el nivel racional, la cabeza (“picando y mordiendo la conciencia”).
3. Dios y el enemigo siempre actúan en oposición.

IV. Segunda Regla: Personas que se mueven hacia Dios

A. “Segunda Regla. La segunda regla: en las personas que continúan purificando intensamente sus pecados y elevándose de bien en mejor en el servicio de Dios, nuestro Señor, el método es contrario al de la primera regla. Pues entonces es propio del espíritu maligno morder, entristecer y colocar obstáculos, inquietando con falsas razones, para que la persona no avance. Y es propio del buen espíritu dar coraje y fuerza, consuelos, lágrimas, inspiraciones y tranquilidad, aliviando y quitando todos los obstáculos, para que la persona avance en el bien.” (315)
B. La segunda regla se aplica a las personas que se dirigen hacia Dios (“elevarse de bien a mejor en el servicio de Dios””).
1. Dios y el enemigo se oponen entre sí..
2. Esta vez, el enemigo trabaja en el nivel racional, la cabeza (“muerde, entristece, coloca obstáculos, inquieta con falsas razones”).
3. Dios obra a nivel del corazón para facilitar el avance (“coraje y fuerza, consolaciones”).

V. Ejemplo del Libro 10 de las Confesiones de San Agustín.

A. Alejarse de Dios.
1. “Estaba atormentado, reprochándome a mí mismo más amargamente que nunca mientras torcía y giraba mi cadena. Tenía la esperanza de que mi cadena se rompiera de una vez por todas, porque ahora era solo una cosa pequeña… Y tú, oh Señor, nunca dejaste de velar por mi corazón secreto. En tu severa misericordia me azotaste con el flagelo gemelo del miedo y la vergüenza …”
2. San Agustín se aleja de Dios, todavía apegado a su pecado. Quiere ser libre pero no puede. Dios lo azotó “con el azote gemelo del miedo y la vergüenza”. Esa fue la misericordia de Dios.
3. Empieza a volverse hacia Dios. Cuando se vuelve, Dios comienza a consolarlo.
B. Dirigirse hacia Dios.
1. “Pero a estas alturas … había vuelto mis ojos hacia otra parte, y mientras estaba allí temblando ante la barrera, al otro lado podía ver la casta belleza de la Continencia en toda su alegría serena e inmaculada, mientras ella, modestamente, me hacía señas para cruzar y vacilar ahora más.”
2. Cuando San Agustín se dirige a Dios en oración, Dios le da una visión interior de esperanza para ayudarlo y permitirle entregarse. En su visión, la Señora Continencia le da valor. Inmediatamente después de este suceso está el famoso pasaje: ¡Toma y lee!

VI. Tercera Regla: Consolación Espiritual

A. Para las personas que se dirigen hacia Dios, Dios obra a través de la consolación espiritual (movimiento edificante del corazón).
B. “Tercera Regla. La tercera regla es sobre la consolación espiritual. Lo llamo consolación cuando se produce en el alma algún movimiento interior, a través del cual, el alma llega a inflamarse de amor a su Creador y Señor, y, en consecuencia, cuando no se puede amar ninguna cosa creada sobre la faz de la tierra en sí misma, sino solo en el Creador de todas ellas. Lo mismo cuando derrama lágrimas que mueven al amor de su Señor, ya sea por el dolor de los propios pecados, o por la pasión de Cristo nuestro Señor; o por otras cosas directamente ordenadas a su servicio y alabanza. Finalmente, llamo consolación a todo aumento de esperanza, fe y caridad y a toda alegría interior que llama y atrae a las cosas celestiales y a la salvación del alma, tranquilizándola y dándole paz en su Creador y Señor.” (316)
C. El consuelo espiritual siempre viene de Dios. Un movimiento edificante de varios tipos que me acerca a Dios y me ayuda a seguirlo en la vida.
D. Note las palabras y cómo todas estas son palabras afectivas. Estos movimientos edificantes vienen en varios grados e intensidad.
E. Un ejemplo de Santa Teresa de Lisieux.
1. Ver a la gallina protegiendo a sus polluelos bajo sus alas (consuelo no espiritual) la lleva a recordar las Escrituras y reconocer la ternura y protección de Dios hacia ella (consuelo espiritual).
2. La consolación no espiritual puede conducir a la consolación espiritual. Asimismo, la desolación no espiritual puede conducir a la desolación espiritual.

VII. Cuarta Regla: Desolación Espiritual

A. Para las personas que se dirigen hacia Dios, el enemigo obra tratando de frenarlas y evitar que avancen mediante la desolación espiritual.
B. “Cuarta Regla. La cuarta regla es la de la desolación espiritual. Llamo desolación a todo lo contrario a la tercera regla, como lo son la oscuridad del alma, la perturbación en ella, los movimientos hacia las cosas bajas y terrenales, la inquietud por diversas agitaciones y tentaciones, el movimiento hacia la falta de confianza, sin esperanza, sin amor, y el encontrarse a sí mismo totalmente perezoso, tibio, triste, y como si estuviera separado del Creador y Señor de uno. Porque, así como la consolación es contraria a la desolación, del mismo modo los pensamientos que provienen de la consolación son contrarios a los pensamientos que provienen de la desolación”.
C. La desolación es exactamente lo opuesto al movimiento de consolación. La desolación es obra del enemigo.
1. Todos experimentamos desolación espiritual a veces. Si no se controla, puede ser un gran obstáculo en nuestra vida espiritual.
2. Distinguir la desolación espiritual (un movimiento del enemigo) de la depresión psicológica (no espiritual, segundo nivel del corazón). Distinguir entre consolación y desolación espiritual y no espiritual.
3. La desolación espiritual es un movimiento pesado del corazón, que conduce a cosas bajas y terrenales.
4. La desolación espiritual se presenta a menudo como nuestra identidad espiritual. Puede hacerse cargo del pasado y el futuro. Puedo olvidar que alguna vez tuve una relación con Dios y puedo pensar que nunca más podré hacerlo, porque Dios se siente tan lejos. La desolación espiritual usa negativas universales (por ejemplo, “completamente olvidado”, “nunca podré hacerlo”). Pero el enemigo es un mentiroso.
D. San Ignacio enseña que cuando reconoces que esto es desolación espiritual y lo nombras, entonces puedes rechazarlo y llegar a ser libre de él.
1. Las reglas uno a cuatro definen los términos de consolación espiritual y desolación.
2. Las reglas cinco a nueve enseñan qué hacer en la desolación espiritual.
3. Las reglas diez y once tratan sobre tiempos de consolación espiritual y desolación.
4. Las reglas de la doce a la catorce tratan sobre qué hacer en la tentación.
5. Merece la pena estudiarlas todas. Esta introducción básica, de las reglas uno a la cuatro, puede ayudar a discernir qué movimientos son de Dios (cuáles deben ser aceptados) y cuáles son del enemigo (cuáles deben ser rechazados).

VIII. Carta de San Ignacio a Sor Teresa Rejadell

A. Vea el texto completo de la cita al final de este esquema.
B. La consolación espiritual, cuando está presente, nos permite pasar por nuestras pruebas, incluso con gozo.
C. La desolación espiritual es una parte normal de la vida espiritual. Todos tenemos altibajos. Necesitamos aprender a discernir y tomar conciencia de lo que está sucediendo: reconocer la desolación es obra del enemigo y, entonces, tomar las respuestas adecuadas para rechazarla y volver a la gracia y la ayuda de Dios.

IX. Dos reglas (brevemente resumidas) que se pueden realizar en tiempos de desolación espiritual

A. Cuando se esté en desolación espiritual, nunca cambie sus propuestas espirituales (Quinta Regla). Por ejemplo, una propuesta para tomarse un tiempo para la oración diaria o la Misa o para confesarse. Estas propuestas son las guías para superar las dificultades.
B. Cuando se esté en desolación espiritual o se presente una tentación, es útil decírselo a la persona adecuada, por ejemplo, un buen amigo espiritual que conoce la vida espiritual (Decimotercera Regla).


Enseñanza 4: El Texto de la Primera a la Cuarta Reglas

Reglas para tomar conciencia y comprender, en cierta medida, los diferentes movimientos que se provocan en el alma, los buenos, para recibirlos, y los malos, para rechazarlos. Y estas reglas son más propias de la primera semana.

1. Primera regla. La primera regla: en las personas que van de pecado mortal en pecado mortal, el enemigo suele estar acostumbrado a proponerles placeres aparentes, llevándolos a imaginarse los deleites y placeres sensuales para retenerlos más y hacerlos crecer en sus vicios y pecados. En estas personas, el buen espíritu usa un método contrario, picando y mordiendo sus conciencias a través de su poder racional del juicio moral.

2. Segunda regla. La segunda regla: en las personas que continúan purificando intensamente sus pecados y elevándose de bien en mejor en el servicio de Dios nuestro Señor, el método es contrario al de la primera regla. Pues entonces es propio del espíritu maligno morder, entristecer y colocar obstáculos, inquietando con falsas razones, para que la persona no avance. Y es propio del buen espíritu dar coraje y fuerza, consuelos, lágrimas, inspiraciones y tranquilidad, aliviando y quitando todos los obstáculos, para que la persona avance en el bien.

3. Tercera regla. La tercera regla es sobre la consolación espiritual. Lo llamo consolación cuando se produce en el alma algún movimiento interior, a través del cual, el alma llega a inflamarse de amor a su Creador y Señor, y, en consecuencia, cuando no puede amar ninguna cosa creada sobre la faz de la tierra en sí misma, sino solo en el Creador de todas ellas. Lo mismo cuando derrama lágrimas que mueven al amor de su Señor, ya sea por el dolor de los propios pecados, o por la pasión de Cristo nuestro Señor, o por otras cosas directamente ordenadas a su servicio y alabanza. Finalmente, llamo consolación a todo aumento de esperanza, fe y caridad, y a toda alegría interior que llama y atrae a las cosas celestiales y a la salvación del alma, tranquilizándola y dándole paz en su Creador y Señor.

4. Cuarta regla. La cuarta regla es la de la desolación espiritual. Llamo desolación a todo lo contrario a la tercera regla, como lo son la oscuridad del alma, la perturbación en ella, los movimientos hacia las cosas bajas y terrenales, la inquietud por diversas agitaciones y tentaciones, movimiento hacia la falta de confianza, sin esperanza, sin amor, y el encontrarse a uno mismo. totalmente perezoso, tibio, triste, y como si estuviera separado del Creador y Señor de uno. Porque, así como la consolación es contraria a la desolación, del mismo modo los pensamientos que provienen de la consolación son contrarios a los pensamientos que provienen de la desolación.